El trapecista Q se quedó a vivir en el País de las Letras después de que el circo se marchara ya que él no pudo trabajar más en el trapecio debido a una caída.
El rey U le dio trabajo como secretario y, en sus ratos libres ayudaba en la cocina.
Un día se enteró de que la Familia Real tenía un problema y quiso ayudar al igual que la enfermera C. Y es que no podían escribir "ke, ki" porque no estaba la periodista K.
Él dijo que ayudaría ya que esa era su forma de hablar; aunque, como son tan revoltosos, les acompañaría el rey U, que iría leyendo el periódico pero en silencio.
Y así lo hicieron. Ya podían decir "Que, qui". El trapecista les contaba muchos cuentos e historias del circo y los príncipes se portaban genial escuchándole.
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